La Nueva Revolución de Raúl Castro (El General Aun Tiene Quien Le Escriba)  

domingo, 3 de enero de 2010

En la novela “El Coronel No Tiene Quien Le Escriba”  de Gabriel García Márquez, el coronel (solo se le conoce en la obra por "el coronel"), es un hombre bastante ingenuo, que vive en un pueblo costero esperando recibir el aviso de que le han concedido la pensión a la que tiene derecho por haber servido en su juventud a las órdenes de Aureliano Buendía (uno de los personajes de “Cien Años de Soledad”).
Durante más de una década el coronel no ha dejado de ir a contemplar todos los viernes la llegada de la lancha que trae el correo, pero la esperada noticia nunca llega. El coronel, debido a necesidades económicas, ha tenido que vender los objetos de valor para garantizar su subsistencia. El último objeto de valor por vender que les queda es un gallo de pelea, que había pertenecido a su hijo, acribillado a balazos. El coronel decide vender el gallo pero cuando lo ve en entrenamiento, se arrepiente. Dada la precaria situación, su mujer le increpa “Dime que comemos ahora” la respuesta del general es la palabra final de la novela:  Mierda .

Durante cinco décadas los cubanos ha esperado un cambio en su situación, sin embargo, excluyendo unos breves períodos de tiempo, la situación del pueblo cubano ha ido continuamente de mal en peor. Muchos, con la misma ingenuidad que mostraba el coronel del Gabo, han esperado pacientemente, día a día la noticia de un cambio para bien del pueblo cubano.

Fidel y Raúl se están quedando solos y aun el corillo de intelectuales de izquierda que en un momento los respaldaban, ya no quieren escribirles. Atravesando por todos los pasos, empezando por la negación, pasando por la furia, la negociación y la depresión, poco a poco, la intelectualidad que una vez ensoñó con el experimento revolucionario, con resignación ha ido aceptando la realidad. La voz se ha corrido, ya no hay forma de desmentirlo: El paraíso comunista no es otra cosa que como lo llamó Eudocio Ravines en el título de su libro: “La Gran Estafa”.

En el 2006, con el traspaso temporal de los poderes omnímodos a Raúl Castro, muchos analistas y seguidores de la situación cubana, coincidieron en pronosticar un pronto cambio en la situación cubana, en los que al menos si no se obtenía una mayor apertura política, si unas reformas que trajeran un mejoramiento económico. “Raúl es mas pragmático que Fidel” argüían. Al no verse las ansiadas reformas, el argumento cambió: “es que Fidel es aun el que manda” decían. De nuevo, con el traspaso definitivo del poder a Raúl en febrero del 2008, resurgieron las esperanzas de reformas. “Ahora Raúl sí que hará cambios”.

Unas reformas económicas, sociales y políticas son inminentes para el mejoramiento de la calidad de vida cubana. Pensar que un sistema fracasado que ha convertido a un país que se ubicaba entre los cinco primeros de América en el 1959, en uno de los países más pobres del hemisferio, cambiará su destino por sí solo, es una esperanza vana como la espera de El Coronel. Raúl lo sabe. Sin embargo, salvo unas pequeñas muestras (como el permitir el uso de teléfonos móviles) las ansiadas reformas no han llegado.

Cuba lo ha vendido todo, desde el agua de sus ríos, contaminadas inmisericordemente y sin regulación ninguna por empresas mineras extranjeras, sus playas, vendidas para el uso exclusivo de turistas, sus jóvenes perdidos, acribillados a balazos en aventuras “internacionalistas” en África, hasta sus hijas vendidas a los extranjeros, convirtiendo a Cuba en el burdel de las Américas, con un altísimo porcentaje de jóvenes y niñas dedicadas a la prostitución (según nos narra el canal de televisión español, Telecinco, en un documental que denuncia como la prostitución infantil en Cuba es un hecho alarmante en la que intervienen desde profesores de las escuelas hasta los mismos policías y cuerpos de seguridad cubanos). Sin embargo, Raúl se aferra al gallo de pelea del comunismo, y no está dispuesto a venderlo. Nos dice Yoani Sánchez en su bitácora, que este pasado diciembre, al escuchar el discurso de Raúl en la Asamblea Nacional, se difuminan las esperanzas de ciertas medidas largamente prometidas.

Parece ser que la última palabra del general Raúl, viendo los pesares económicos del pueblo cubano, que como la esposa de El Coronel de el "Gabo", implora (en Cuba no hay derecho a reclamar) Dime que comemos es la misma con que responde El Coronel:  “Mierda”.



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